Honduras: sin alianza opositora, ¿qué futuro espera en 2025?

Dentro del ámbito político en Honduras, las votaciones generales de noviembre de 2025 se presentan como un punto crucial para el porvenir del sistema democrático del país. Varios expertos, líderes de la oposición y sectores de la sociedad civil han advertido que la falta de cohesión entre las fuerzas opositoras podría facilitar que el partido Libertad y Refundación (LIBRE) afiance su posición dominante en el poder. Esta situación provoca inquietud acerca de la posibilidad de que el país siga un modelo político similar al de otras naciones latinoamericanas, donde la acumulación de poder ha limitado los contrapesos institucionales.

El panorama electoral está caracterizado por un contexto lleno de tensiones, donde la extensión del estado de emergencia, el manejo de entidades cruciales como el Consejo Nacional Electoral (CNE) y la sanción de leyes en situaciones poco claras han incrementado la percepción de un posible deterioro institucional. A esto se añaden las recientes protestas de la oposición y las advertencias de entidades internacionales sobre la importancia de preservar la integridad del proceso democrático. El país se encuentra, por lo tanto, ante un dilema donde la habilidad de la oposición para coordinar una estrategia conjunta será crucial para el equilibrio de poderes.

El riesgo de fragmentación opositora y la consolidación de LIBRE

La división dentro de la oposición en Honduras es uno de los mayores retos para aquellos que buscan evitar que LIBRE domine el poder. En el Congreso Nacional, el equilibrio de poder ha variado después de la separación de líderes importantes como Jorge Cálix, dificultando la formación de mayorías y mostrando la debilidad de los acuerdos legislativos. En este momento, el Partido Nacional tiene 43 escaños, LIBRE posee 41, el Partido Liberal cuenta con 35, y los demás se reparten entre partidos más pequeños e independientes, lo que obliga a negociar constantemente para aprobar propuestas significativas.

LIBRE, por otro lado, ha tratado de aumentar su dominio institucional, intentando dirigir el CNE en el periodo electoral y conservando su influencia en la Corte Suprema de Justicia. Este deseo de dominio ha sido criticado por los partidos contrarios, quienes consideran que esto representa una amenaza para la claridad y validez de las elecciones. Asimismo, la permanencia de la ministra de Defensa, Rixi Moncada, como aspirante a la presidencia sin renunciar a su puesto, ha planteado dudas éticas y se ve como un indicio del deseo del partido de permanecer en el poder.

El impulso hacia una gran coalición y el porvenir de la democracia

Ante esta situación, varias opiniones sugieren que la única opción real para detener el progreso de LIBRE es formar una gran coalición opositora. Esta alianza necesitaría incluir a personas como Salvador Nasralla, facciones del Partido Nacional, liberales moderados, movimientos emergentes y líderes independientes. El propósito sería restablecer el orden constitucional, detener el avance de corrientes populistas, revitalizar la economía y unir al país bajo un programa de unidad nacional.

No obstante, el desarrollo de esta coalición se enfrenta a retos originados por la desconfianza, los intereses individuales y el pasado de divisiones internas. La ausencia de coordinación puede transformarse en un error crucial que facilite el fortalecimiento de un modelo de partido único y la reducción de los equilibrios democráticos. Con las elecciones fijadas para el 30 de noviembre de 2025, el tiempo para organizar una respuesta eficaz es limitado y el riesgo de un retroceso institucional es visto como palpable por diversos sectores de la sociedad hondureña.

Por Jaime Navarro